Ratas de circo


Parece que las misiones con este enano cada vez son más raras, primero a por un botijo que terminó con un ángel sacándome sangre para quien sabe qué ritual, y ahora perseguimos un circo ambulante porque un noble se ha encaprichado con tener el flautín de pegaso. ¿No podríamos pillar un flautín cualquiera y hacerlo pasar por el dichoso instrumento? Lo comento con el grupo, pero nada más terminar la frase, Dragtar empieza a quejarse

 ¿Tú que quieres, que eche mis años de crearme una gran fama para ahorrarte unos días de camino?

¿Gran fama? Hasta que vino Lady nunca había escuchado tu nombre, no te lo creas tanto — respondo sabiendo que picará el anzuelo.

Eso es porque vivís alejados de cualquier lugar civilizado. ¡Qué desfachatez! ¿Como podéis vivir sin conocer el nombre de Dragtar Enfin, señor de Malagran?

Ruedo los ojos, por muy señor que sea, de poco nos ha servido hasta ahora. Vuelvo hasta donde descansa Mihu y monto sobre él, al mismo tiempo que el resto de mis compañeros hacen con sus respectivas monturas y no puedo evitar admirar a Yuhi. ¿Por qué alguien querría nunca utilizar un caballo teniendo un hipogrifo a su disposición? La verdad es que los terranos cada vez se me hacen más extraños, o quizás solo sea que Dragtar es raro, es una opción que no descarto.

No tardamos en ver desde lo alto los brillantes colores de la carpa principal del circo, parece que no les va mal. No hay parches ni pedazos descoloridos como en la mayoría de los circos ambulantes. Animales de todo tipo rodean la zona, desde perros y gatos a mascotas algo más estrafalarias como algún que otro pegaso, aunque lo sorprendente no es que estén sino que caminen libres por la zona, sin siquiera la intención de alzar el vuelo y marcharse.

Conforme descendemos nuestros oídos empiezan a llenarse del ruido de las calles y, entremezclado con la algarabía de gentes, llega hasta mí una melodía que me hace alzar la cabeza, buscando su origen. No hablo, ni siquiera me doy cuenta de que he bajado de Mihu y que ando sin dirección hasta que choco sin querer con un par de viandantes. Hay algo en esa música, algo que no puedo explicar pero me atrae, como si el artista estuviese tocando para mí, llamándome, resucitando la chispa de la esperanza en mi interior, como una caricia o un abrazo para hacerme saber que todo va a ir bien. Acelero el paso, necesito llegar hasta el origen de la música, pero esta se detiene de golpe. Sorprendida agito la cabeza, saliendo así de mi estupor y viendo como a mi alrededor, muchas personas repiten mi mismo gesto, desconcertadas, excepto una, un joven subido a la fuente de la plaza que nos mira a todos con una sonrisa en los labios y un flautín en la mano.

¡Bienvenidos y bienhallados, habitantes de Trepen! Heme aquí para invitar a todos los presentes al gran espectáculo ofrecido por el espectacular circo de Firón, donde disfrutarán de una increíble velada que no podrán olvidar y, como muestra y adelanto de la misma, permítanme que les deleite con una pequeña parte de mi propio número.

El artista posa el flautín sobre sus labios, sin quitar por ello la sonrisa e inicia una nueva melodía, que en nada se parece a cualquier cosa que haya escuchado antes. No hay palabras pero aun así nos transporta lejos, a un tiempo pasado, quizás mejor, quizás no, donde la magia era más poderosa y casi puedo oler los bosques que cubrían zonas que ahora no son más que desiertos en Tierra Madre. No se cuánto tiempo pasamos escuchando el flautín, pero de pronto, una potente voz de tenor se le une, iniciando así un colorido relato sobre los tiempos antiguos.
La presión de una mano sobre mi hombro me hace despertar del ensueño, encontrándome con la dura mirada de Ren.

Ese es el cantar de Baleran.

La miro ojiplática ¿así de fácil? ¿Ni zombies, ni demonios, ni tormentas? Me doy la vuelta, centrando mi atención en el bardo para darme cuenta de que, obviamente, alguien no puede cantar y tocar el flautín a la vez. El instrumento permanece entre sus manos, que lo recorren con prisa, casi volando y apenas rozándolo, mientras relata la historia con su voz. ¿Magia? Tal vez, ¿extraño? Desde luego, pero ahora ya no me cabe ninguna duda, ese es el flautín y esta noche a Dragtar le toca invitarnos a todos a una sesión en el circo.

El resto del día lo pasamos cada cual a su manera, desde repasar hechizos, ir al templo a “presentar respetos” o, en mi caso, ir a un río cercano a nadar, que hacía mucho que no pasaba tanto tiempo bajo el agua.

Poco antes del anochecer nos reunimos en la puerta del circo. Mihu se posa en mi hombro a modo de lechuza, impaciente por ver qué hay en un sitio como ese, algo que yo también me pregunto, no muchos circos visitan los pueblos acuáticos.

—Recordad, lo importante es el flautín, sin ese instrumento no pienso pagaros.

—Pero ¿ y lo del cantar de no sé quién…? —pregunto a Dragtar utilizando el mismo tono de susurro.

—Eso son cosas de Lady, si encontramos información sobre eso bien, si no ya se buscará la vida, seguro que alguien más tiene información sobre Adalari.

—¿Ada…que?

—Pregúntale a ella cuando la veamos, estoy seguro de que le encantará hablarte durante horas sobre el tema — responde girándose y dando por finalizada la conversación.

Una vez dentro, no tardan en apagarse todas las luces, quedando solo el escenario iluminado con pequeñas llamas flotantes y de colores cambiantes. Se suceden los espectáculos, pero todos sabemos que quien nos ha hecho venir sigue tras bambalinas, manteniendo la tensión de haber dejado el espectáculo a medio hacer esta mañana en la fuente. 
El silencio llena el ambiente cuando por fin sale a escena y, sin decir nada, empieza a tocar. Esta vez la canción es distinta, más alegre, con un ritmo rápido que hace que me active, como si fuera una subida de adrenalina.

—Curioso— escucho murmurar a Kert, mientras agarra algo con una de sus zarpas.

Como si de un hechizo roto se tratase, le dedico una mirada, hasta ahora había estado absorta en la canción, pero lo que veo entre las zarpas de la pantera me hace darme cuenta de lo que pasa, igual que al resto del grupo. Una pequeña rata intenta soltarse, sin dejar caer las joyas que lleva agarradas por sus diminutas patas. Miro alrededor, cientos de ratas se dedican a escarbar entre los bolsillos de los asistentes, quienes atienden únicamente a la canción que resuena por todo el circo y que tiene como foco el flautín de Pegaso y el músico que le acompaña. Los pequeños mamíferos parecen organizados y se dirigen, con sus patas llenas con el botín, hacia la zona entre bambalinas sin que nadie se dé cuenta del robo, nadie excepto nosotros. Levantarnos supondría un revuelo demasiado grande, así que le señalo la rata a Mihu, quien espero me haya entendido cuando le veo agarrarla entre sus zarpas y salir volando de la carpa, mientras el resto del grupo me observa y yo, tras una sonrisa que intento sea tranquilizadora, vuelvo mi vista al espectáculo. Con el rabillo del ojo los veo fruncir el ceño antes de imitarme, por lo visto no les ha hecho gracia que tome la iniciativa así.

El espectáculo termina con un gran aplauso, sin que nadie se dé cuenta del robo y sin haber escuchado el cantar de Baleran, así que al salir me acerco a Naxen y le susurro al oído ante la atenta mirada del resto, que nos observan alejarnos hasta la parte trasera de la carpa.

Mihu se acerca a nosotras, todavía con la rata entre las garras y, ante nuestra atenta mirada, la posa en el suelo. El roedor corre en dirección a una de las tiendas en cuanto se ve libre de su captor. Lanzo una moneda al aire y Mihu la agarra, al tiempo que se transforma en rata y sigue a la que acaba de soltar. Me sorprende la capacidad de Mihu de entender mis planes pero no de captar que una rata naranja quizás no es lo más discreto para transformarse, pero me encojo de hombros ante la mirada divertida de la elfa.

No se le puede pedir más, llega hasta donde llega.

Anda, vamos, tenemos trabajo que hacer ¿no? — me responde con una sonrisa de medio lado antes de seguir a la rata naranja hasta la tienda del flautista.

No tardamos mucho en regresar con el grupo, apenas ha pasado media hora cuando nos acercamos a ellos, con Mihu en la forma que suele adquirir, un grifo con cabeza de lechuza y con las alas plegadas sobre el lomo.

 ¿Dónde estabais? Hay trabajo que hacer, no pienso pagaros si os dedicáis a iros de fiesta o a beber mientras el resto trabaja.

Sonrío mirando a Naxen, quien me guiña un ojo antes de tocar una de las alas de Mihu quien, obediente, la levanta ligeramente, mostrando al grupo a un bardo noqueado que duerme sobre su lomo, amarrado con un par de cuerdas para que no se caiga.

 Creímos que sería interesante llevárnoslo, supongo que Lady querrá escuchar de primera mano el cantar.

¿Y el flautín? — pregunta Dragtar con el ceño fruncido, a lo que se lo lanzo — Supongo que entonces está todo bien, ya es hora de volver a casa. Me sorprende que hayáis querido hacer el trabajo solas, no por ello vais a recibir más dinero.

Dicho esto se vuelve y camina hacia delante, seguido por Ren y Kert quienes se encogen de hombros al ver que solo han tenido que asistir a un espectáculo para que se les pague. Naxen y yo intercambiamos una mirada que lo dice todo y, con un peso más grande en la cadera y algo más ricas, salimos del pueblo antes de que nadie se de cuenta de que al final nos hemos quedado con todo el botín de las ratas.



 Normas y bases del OrigiReto2019:

Objetivo: 12. Crea tu propia versión de un cuento conocido: el flautista de Hamelin. .
Objetos ocultos: 

  • 34. Una resurrección
  • 12. Mascotas

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